MI PARTO, el nacimiento de mi primer hijo, Enrique

MI PARTO, el nacimiento de mi primer hijo, Enrique

Son las 6:30 de la mañana del 13 de noviembre de 2020. Suena el despertador, y me levanto, con esfuerzo de la cama.

“Hoy tenemos monitores”-me digo a mi misma, voy a desayunar y nos vamos, que tenemos cita a las 8:30.

Pongo en marcha la cafetera y disfruto del café recién hecho. Comienzo a escuchar los primeros pajaritos de la mañana, y veo por la ventana como va amaneciendo poco a poco. Siempre me ha gustado madrugar para desayunar tranquila antes de ir a trabajar o a alguna cita.

Hoy es mi día 39+3 de embarazo y la verdad, no tengo ningún tipo de síntoma de parto. Todo está muy en calma, y yo, a pesar de tener ganas de ver a mi bebé, me siento en calma también.

Me digo a mi misma que hoy escucharé su fuerte corazón latir, y eso me pone contenta.

“Despierta cariño, llegaremos tarde”-le digo a Kike, el papi y mi compañero de vida.

Nos vestimos juntos, y salimos como un día normal, hacia el hospital.

” ¿No crees que deberíamos llevarnos algo, como la bolsa del hospital, por si acaso?

” No te preocupes, conforme te encuentras, seguro que volvemos a casa” dice él con un tono tranquilizador.

Llegamos al hospital y nos pasan a una sala de espera. Se me hace eterno, hay gente delante de mí, y nos toca esperar una hora aproximadamente antes de entrar.

Finalmente escucho mi nombre y paso a monitores. Me acuesto relajadamente, y me ponen las cintas en la tripa, enseguida escucho su corazoncito latir, y eso me tranquiliza y me hace feliz al mismo tiempo.  Allí paso como cuarenta y cinco minutos porque al parecer, Enrique está bastante dormidito, y no monitorizan muy bien sus movimientos.

Una enfermera viene y me dice que estoy teniendo alguna contracción, que si las noto. Yo contesto que en absoluto. He de decir que me pongo algo nerviosa. Al parecer las contracciones son bastante regulares, pero no estoy de parto.

Me pasan con ginecología, y mientras espero, empiezo a notar algún dolor, nada relevante, pero, de repente me “escucho” y siento dolores que no sentía hasta el momento.

“Pasa Maribel, vamos a hacerte un tacto” me dice la enfermera de ginecología.

La verdad es que ya me he acostumbrado a este tipo de revisiones, creo que cuando te quedas embarazada pierdes el pudor a que puedan verte.

La ginecóloga  me revisa y me dice que estoy dilatada de dos centímetros y medio, pero que nos vemos en una semana.

” Buf, una semana, pienso hacia mí”

Me pongo de pié, y de repente me doy cuenta de algo, hay sangre por el suelo y todas partes. Soy yo.

La enfermera me limpia y me vuelvo a tumbar en la camilla, me asusto un poco. La ginecóloga me vuelve a revisar, y está todo bien, pero, ve algún coágulo de sangre y no le gusta, así que me pide que me quede dando una vuelta por el hospital para ver si sangro más.

Hago lo que me pide, asustada y algo nerviosa. Menos mal que tengo la compañía de Kike y todo se hace más ameno.

Pasada una hora, yo sigo sangrando, no tan abundantemente, pero no se queda tranquila.

” Vas a ingresar por urgencias, y te van a monitorizar” ” Quiero que estés algo más controlada unas horas” me dice.

Nos vamos a urgencias materno-infantil. Ingresamos, y ya no puedo ver a Kike, no le dejan pasar. Esto me entristece bastante, pero estoy fuerte de mente, se que estoy en buenas manos y todo irá bien.

Me monitorizan y me visita un ginecólogo. Me hace un tacto. Ahora estoy de 3 centímetros, me dice que seguramente me vaya a casa por que está todo bien.

Viene otra ginecóloga. Me pregunta desde cuándo sangro y le respondo que desde esa misma mañana, después del primer tacto.

“Parece que hemos despertado a la fiera” me dice, y puedo imaginar una sonrisa debajo de su mascarilla. “Vamos a ayudarte, porque probablemente tengas que volver esta tarde si te vas”

No se muy bien a lo que se refiere, y le pregunto.

” Te pondremos algo de oxitocina y te romperemos la bolsa, hoy nacerá tu hijo”

Siento emoción y miedo al mismo tiempo. Ese miedo a lo desconocido, al dolor. Me preguntan si quiero epidural, digo que sí. Es algo que siempre había tenido claro. Me dejo llevar.

Dejan a Kike pasar por fin. Y me alivia un poco el no estar sola.

En una media hora ya tengo puesta la vía, y el goteo con oxitocina. Empiezo a notar las primeras contracciones, son soportables. Pasan 10 minutos, y empiezan a doler, y mucho.

La matrona entra en la habitación y rompe la bolsa, me dice que está todo bien.

A partir comienza un infierno para mí. Las contracciones son cada vez más intensas y frecuentes. No tengo tiempo de apenas respirar de unas a otras, me frustro, y desespero al mismo tiempo.

Llamo a la matrona y me revisa.

“Sólo estas de cuatro centímetros, es imposible que te duela tanto” me dice.

Me enfado. Han pasado ya tres horas y media de dolor insoportable. Pido que por favor me pongan la epidural.

“El anestesista está en una urgencia, hay que esperar”

Y pierdo la noción del tiempo. Intento levantarme, pero, la vía en la muñeca con los cables no ayuda a que pueda moverme con libertad, y lo paso francamente mal.

Kike intenta ayudarme, sin éxito. No hay nada que me consuele, sólo quiero tenerlo ya. Que acabe este suplicio.

A las 18 horas entra el anestesista por la puerta. Se dispone a ponerme la epidural.

Rezo para que me haga efecto, llamadme débil, pero, nunca he pasado tanto dolor en mi vida. Y eso que yo no soy muy quejica cuando me pasa algo, prometido. Con los dolores entro en bucle pensando que yo tendría que haberme ido a casa, y tener contracciones naturales. Supongo que en medio del caos, nuestra mente nos hace culpabilizarnos de cosas sin sentido. Hice lo que sentí en el momento, ahora no me arrepiento. Quizás no tuve el parto deseado pero, fue mi parto.

Me ponen la epidural teniendo que parar dos veces por contracciones. Eran muy seguidas.

Me tumbo y a los quince minutos empiezo a notar los efectos, y a relajarme. Pasada media hora ya no siento contracciones a penas, sólo las veo en el monitor. Puedo descansar. Me duermo. Estoy tan cansada.

Aquí con la epidural, siento un alivio increíble y puedo descansar algo

Son las siete de la tarde y me dicen que estoy dilatada de ocho centímetros. Cada vez veo el momento más cerca.

A las nueve me revisan de nuevo y ya estoy completa. Pero el bebé todavía no ha bajado del todo. Hay que empujar. Cuando noto una contracción empujo. Y así pasan un par de horas. Me siento muy cansada.

Deciden llevarme a paritorio, por que ya han pasado muchas horas desde el comienzo de todo, me pongo nerviosa y muy contenta. Ha llegado el momento. La verdad es que me noto rara y me confirman que tengo fiebre. Si os soy sincera, hay cosas que apenas recuerdo. La epidural me deja algo ausente, en ocasiones.

Kike va a vestirse para el momento y a mi me pasan a paritorio.

Veo bastantes personas alrededor de mí. Kike está a mi lado derecho, me coge la mano.

Me dicen que cuando sienta una contracción hay que coger aire muy fuerte y empujar todo lo que pueda sin parar hasta que ellos digan basta.

Así lo repito, unas 5 veces seguidas, pero Enrique no sale. Pregunto que pasa, y me explican que algunos bebés se encajan un poquito. Me explican que me van a hacer episiotomía para ayudarme. Accedo, necesito terminar ya.

Mi bebé sale directamente cuando me la practican, sin empujar. Le miro, me mira, y me sonríe.

“Cógelo, es tuyo” me dice una enfermera.

Casi sin creérmelo lo cojo, y lo huelo, le beso la cabeza, lo miro, es mío. Está aquí.

Las que sois madres, sabéis que momento es este. Nunca en mi vida, podré olvidarlo. Ni tampoco el momento de darle pecho por primera vez y ver como fijaba sus ojitos en mí.

Es cierto que, en mis pensamientos tenía ponerme de parto de forma natural, darme una ducha calentita, pero, nunca suceden las cosas cómo piensas, y a pesar de todo, para mí fue el mejor día de mi vida. Gracias a todas las personas que estuvieron acompañándome ese día. También al equipo médico, en todo momento me trataron con mucho cariño y respeto.

Y gracias bollito, por sonreír a este mundo en el primer acto de tu vida fuera de mi barriga, eres especial. TE QUIERO.

PD. Gracias especialmente a todas vosotras, las que me seguisteis en mi embarazo, las que me acompañasteis cada día hasta el parto preguntándome y a las que seguís haciéndolo, preguntando por el bollito. Sois luz (L).

Y mucho ánimo a las que vais a ser mamás primerizas, cada circunstancia es un mundo, y recordad que  LO HARÉIS FENOMENAL.

Por cierto, parí y no tenía absolutamente nada del bebé ni mío :D, pero todo se arregló al día siguiente, tranquilas, que en los hospitales tienen de todo.

ME ENCANTARÁ LEER VUESTRAS EXPERIENCIAS, TODAS SON ÚNICAS (L)